¿Cómo describirías tu ámbito de trabajo y cómo te definirías?

Trabajo en un centro cultural y por tanto en el ámbito de lo que se denomina gestión cultural. La gestión cultural suele hacer referencia a la organización de eventos (conciertos, festivales, exposiciones…) y a la gestión y difusión de bienes de interés cultural, pero preferiría definirme como mediador cultural: como alguien que facilita encuentros entre personas diferentes para la experimentación y la producción de proyectos culturales. Al lugar en el que se desarrollan estos experimentos colaborativos lo denominamos “laboratorio ciudadano”.

¿Qué necesidad lo inspira y qué consecuencias tiene lo que haces?

Creo que en estos momentos se da la oportunidad de diseñar y construir nuevos modelos de institución cultural capaces de revitalizar una idea fuerte de lo común. Empezando por la misma idea de cultura pensada más como un asunto colectivo que como algo a lo que se accede, se pueden activar las instituciones públicas que funcionen como lugares de construcción de comunidades de aprendizaje.

¿Te sirve el marco disciplinar e institucional actual?

Efectivamente hay una relación muy estrecha entre cómo hemos organizado el conocimiento en disciplinas y el marco institucional actual. El alto grado de especialización y la delimitación estricta entre saberes tiene su reflejo en la organización espacial de las ciudades que acaba construyendo  distancias físicas y simbólicas entre mundos. Este tipo de distancias también se produce en una división de la administración pública en ámbitos competenciales que dificulta abordar problemas complejos desde una óptica transversal. Parece necesario crear herramientas y espacios intermedios que desplieguen nuevos modos de ensamblar distintos tipos de conocimientos y que faciliten la conexión entre mundos.

¿Dónde encuentras a tus principales interlocutores?

Encuentro interlocutores en aquellos que están pensando su campo de actuación desde el procomún: en arquitectura y urbanismo, educación, estudios sociales de la ciencia, antropología, ciencia ciudadana, filosofía, ecología, movimientos sociales, arte, tecnologías libres, feminismo, administración pública… En lugares en los que se está pensando cómo acortar la distancia entre las personas y las instituciones.

¿Puedes vivir de lo que haces?

Sí. Lo que no tengo tan claro es si soy capaz de encontrar un buen equilibrio entre el trabajo y otras facetas de la vida.

¿Qué cambiarías, si pudieras, para que tu trabajo tuviera más sentido?

La propuesta de los laboratorios ciudadanos como lugares en los que personas diferentes se juntan de manera voluntaria a hacer sus proyectos nos conduce a las siguientes preguntas. ¿Quién dispone del tiempo y las condiciones materiales para participar en un laboratorio ciudadano? ¿Qué puede facilitar que las personas puedan desarrollar sus capacidades en proyectos que mejoran la vida en común? ¿Tal vez la renta básica universal incondicional?

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, es actualmente director de Medialab-Prado, una iniciativa del Ayuntamiento de Madrid, España, que se concibe como un laboratorio ciudadano de producción, investigación y difusión de proyectos culturales que explora las formas de experimentación y aprendizaje colaborativo que han surgido de las redes digitales. Entre 2006 y 2013 fue responsable de la coordinación y programación de Medialab-Prado, junto a Laura Fernández. Anteriormente, de 2004 a 2006, pusieron en marcha el programa educativo de MediaLabMadrid, en el que desarrollaron el programa de mediación cultural y el proyecto Interactivos?, una plataforma de investigación y producción acerca de las aplicaciones creativas y educativas de la tecnología. Ha participado en foros nacionales e internacionales sobre cultura digital, reflexionando sobre mecanismos de participación y su relación con proyectos de autogestión.

  • Català
  • Castellano