Para Eduard Escoffet, así como una condición para escoger la facultad de filología, situada en el edificio histórico de la UB, fue poder llegar a pie, cuando salía de noche sólo iba a lugares donde pudiera llegar y volver caminando, aunque fuesen lejanos. De esta forma explica el poeta su relación con la ciudad, la de “un humano que camina, observa y se amara” de ella. Una ciudad que cobra sentido en el continuum de la experiencia de sus espacios. En esta Aula Oberta Escoffet nos hablará de “arquitectura, urbanismo, política y sexo”, elementos que forman un conjunto de implicaciones mutuas inseparables. Dice que proviene de la poesía, de la afirmación del valor del acto efímero, frágil y presente. Renuncia al victimismo que tantas veces oímos, ya que, si bien reconoce que no se vendes muchos libros de poesía, hay poesía, y mucha, en el hip-hop y en las artes visuales actuales.

Poesía

Escoffet quiere compartir tres referencias poéticas para andar sin rumbo, tres vanguardias que redescubren las raíces de la poesía y que abren un espacio de libertad ante, afirma repetidamente, “la dictadura ochocentista del libro de poesía” y de la consolidación de la filología. Las vanguardias, nos recuerda, se vinculan siempre paradójicamente a la idea de recuperación y, en estos poetas, se recupera “la idea de la poesía como un acto colectivo, efímero y puntual que permite el tránsito, la repetición y la circularidad”. Estos elementos ya estaban presentes en la edad media y de hecho provienen de los orígenes primigenios de la poesía, pero se perdieron en el siglo XIX. Lo que hemos hecho en el siglo XX, declara, es recuperar los elementos de los que la modernidad había hecho abstracción. La poesía no tiene un soporte estricto, y en consecuencia la idea del libro como texto fijado es reciente, nace al inicio de la era modera (s. XV y XVI) y viene marcado por la invención y la imposición de la filología, “que en sentido estricto no es más que la fijación del texto”. Fijar textos, después estados y finalmente identidades ha estado, afirma, la tragedia de Europa. Los tres poetas son:

  • Bernard Heidsieck. Que devuelve la poesía a la ciudad, a la arquitectura del sonido y a la circularidad. Heidsieck cambia la máquina de escribir y el libro por el magnetófono en el París de los años 50, reivindicando así el sentido primigenio de la poesía perdido en la modernidad.
  • Ian Hamilton Finlay. Que es interesante justamente porque recupera el pasado, se trata de un clasicismo de vanguardia con un foco en el paisaje.
  • José Luís Castillejo. Que, como ninguno de los otros tres referentes poéticos, no se sirve del argumento como tampoco intenta hacer autobiografía o relato del yo. Poesía y argumento, declara, son antagónicos.

Urbanismo

Las mejores actuaciones urbanísticas son aquellas que no se llevan a cabo.” Escoffet defiende que para que una ciudad sea ciudad, esto es, para que sea permeable a la transformación, es necesario que tenga zonas de no planificación urbanística, lugares donde se pueda crear la ciudad de forma espontánea. La excesiva planificación no permite que una ciudad se desarrolle culturalmente y se mantenga viva. Hacen falta espacios no codificados en que esté todo un poco abierto, ya que es de esta forma que la ciudad puede evolucionar como un ecosistema vivo y no quedar congelada en el tiempo. Cuando nos situamos en contra del turismo con la idea de preservar la esencia de la ciudad lo único que hacemos es crear una postal que ya solo puede servir como caricatura.

Crítica cultural

Con el paso de los años, dice Escoffet, se ha ido identificando con la idea de centinela, de pelmazo si se quiere decir de forma menos amable. Se trata de que, ante una corriente ideológica que presenta aparentemente un progreso, es importante que haya alguien que recuerde que no hay ganancia sin perdida. Es colectivamente necesario que haya alguien en el margen que recuerde que un avance también conlleva peligros. Escoffet considera que el panorama político hoy se dibuja desde estos márgenes, des de la izquierda extraparlamentaria con la cual siempre se ha identificado. El papel de centinela es el de la autocrítica, actitud que diferencia quizás los márgenes políticos de las centralidades. Escofet no olvida la importancia, sin embargo, de saber pasar de la reflexión autocrítica a la acción política. “En la reflexión hay que tensar las ideas y la realidad, en la otra hay que conectar los hilos de ambas partes.”

Radicalidad y fragilidad

“Hay discursos que parecen radicales pero que quieren dejar al otro, a la alteridad, en la intemperie.” Aquí radica en parte la diferencia entre populismo, que habla para unos cuantos, y el discurso universalista de las izquierdas, que pretende interpelar a todos. En política, hay que ir más allá de las apariencias y encontrar posibilidades de acuerdo entre un sistema complejo, contradictorio y una institución que tiene unos límites y unas obligaciones. Escoffet pide generosidad. Las políticas culturales se tienen que acabar construyendo con alguien con quien no tienes nada que ver. “Echo en falta ante estas aparentes radicalidades, un pensamiento más frágil, más vulnerable, como la poesía misma. Alguna cosa que puedas tocas y que sepas que se puede desnudar, desmontar y hundir. Pensamiento frágil y vulnerable es aquello que especialmente reclamo a mis entornos, esta izquierda extraparlamentaria, de los márgenes. Pensamiento nómada y sin servilismos.” Como la poesía misma.

Excursus: Escoffet hace múltiples digresiones interesantísimas durante la conferencia que no he recogido. Sin embargo, quiero transmitir al menos una. Defiende la idea de leer dos veces el mismo libro antes que dos diferentes. En la bulimia del consumo cultual hay una presión para que todos estemos al corriente de todo y seamos “grandes almacenes de los clásicos de la literatura”. Declara que todos, más especialistas o menos, tenemos que poder marcar nuestros propios caminos, nuestro ritmo. Así, con Joan Fuster nos recuerda que la mejor lectura es una relectura.

Poema final

Eduard Escoffet acaba la conferencia con un poema de Felipe Boso titulado “Llamemos a las cosas por su nombre”.

Cosas.