(Barcelona, 1973) Escritora y activista centrada en la islamofobia, la interseccionalidad, el género y el racismo. Es autora de la novela PornoBurka (Ediciones Cautivas, 2013), prologada por Juan Goytisolo, y de numerosos relatos en libros colectivos como Un esfuerzo más (Bellaterra, 2013), coordinado por Espai en Blanc, y (H)amor (Continta me tienes, 2016) y Relatos marranos (Pol·len Edicions, 2014), entre otros. Colabora con medios como Catalunya Ràdio, eldiario.es o Periódico Diagonal. Es docente en el Máster de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona y colaboradora del Plan Barcelona Intercultural. Imparte talleres sobre islamofobia de género y construcciones LGTBI con perspectiva transcultural y es consultora internacional del proyecto INTIMATE – Citizenship, Care and Choice: The Micropolitics of Intimacy in Southern Europe, del Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad de Coimbra.
¿Cómo describirías tu ámbito de trabajo y como te definirías?
Yo me defino como escritora y activista y el centro de mi actividad siempre ha sido las relaciones interpersonales, la creación de identidad y las estructuras y los sistemas de pensamiento que organizan estas relaciones e identidades. En concreto, me interesa la monogamia como estructura y las rendijas posibles desde el espacio privado y desde el espacio público, las fronteras, la captación de identidades en provecho de estas fronteras (y pienso en la homonacionalismo y el purplewashing) y las intersecciones entre racismo, machismo y lgtbfobia…
¿Qué necesidad lo inspira y qué cruces que son las consecuencias de lo que haces?
Creo, o deseo, que mi trabajo sea una posibilidad de contaminación y de construcción de espacios bastardos para la existencia y para la reflexión política. También me interesa reivindicar la posibilidad de generar pensamiento crítico fuera de los circuitos académicos, más allá de la certificación y reivindicar la resistencia activa al clasismo de los conceptos académicos y del lenguaje críptico que supone una barrera de clase entre el lenguaje académico y aquello que acontece la lengua subalterna. Hay que hacer el esfuerzo para transmitir conceptos complejas de manera tan accesible como sea posible, y dejarnos de esconder la simpleza conceptual detrás una complicación gramática gratuita.
¿Te sirve el marco disciplinar e institucional actual?
No, nada. Los marcos disciplinares cercados imposibilitan hacer relaciones de conceptos y experiencias de manera transversal, encontrar equivalencias y hacer traducciones conceptuales que son imprescindibles para pensar el mundo. Al aislamiento tenemos que añadir la confrontación disciplinar propia de un sistema de pensamiento jerárquico que sólo puede aceptar una visión (una disciplina, una teoría) como válida y no varías como complementarias. A las instituciones culturales, por otro lado, hay un miedo al riesgo con consecuencias cómicas: cuando sales de una conferencia de pensamiento crítico totalmente cómoda cómo si hubieras mirado una partido de fútbol cualquiera, es que algo está fallando.
¿Dónde encuentras tus principales interlocutores?
En todas partes. A los movimientos sociales, en los barrios haciendo activismo de base, a la academia donde hay gente que está pero se niega a pertenecer, a los libros, en el cine, a mi entorno personal, en todas partes. No seguir la tutela disciplinar permite justamente esto: el conocimiento está en todas partes.
¿Puedes vivir de lo que haces?
Vivo por lo que hago. Y económicamente me busco la vida como puedo.
¿Qué cambiarías, si pudieras, para tu trabajo tuviera más sentido?
No lo firmaría. Miraría de desmontar la identificación entre la persona y su obra, que forma parte también de este intríngulis identitario que genera un tipo de placidez acrítica alrededor de la obra, donde incluso las críticas no tocan hueso porque van referidas a la persona, sin tan sólo a menudo conocer la persona, de forma que las obras no dialogan, no crecen, no se alimentan de nada que no sea pareciendo, que no vaya en la misma dirección. No podemos asumir la diferencia. Decimos que nos encanta, pero no, estamos en guerra constante contra la diferencia.
Soy consciente, aun así, que en el contexto actual no es posible salir adelante una obra sin que esté relacionada con una identidad, ni que sea una identidad falsa, pero identidad.