Albert Lladó se presenta mostrando una moneda mejicana estampada con la imagen de Octavio Paz. La lanzará al aire durante la conferencia una cuantas veces, y se parará solo cuando la moneda caiga cara, queriendo conducir su pensamiento a través de un azar, el azar objetivo de los surrealistas, que fructificará al aparear las imágenes más inverosímiles. Este apareamiento está no obstante sometido a reglas y, si quiere generar conocimiento, tiene que crear el espacio geométrico de una elipse, metáfora de la que nos habla a través de Walter Benjamin y de Juan Mayorga. El pensamiento de Albert Lladó, como veréis, está atravesado de citas literarias y filosóficas, las va enlazando con la intención de recoger parte del legado del siglo XX; las vanguardias surrealistas, la escuela de Frankfurt y el estructuralismo francés con sus continuadores. Cada vez que el azar objetivo le lleva a pararse aprovecha para rebelarse contra el autómata que todos llevamos dentro, ese que nos convierte en una máquina que, lejos de escribir o pensar auténticamente, redacta o asiente automáticamente. Así, como si de un método luliano se tratara, lanza la moneda y …

# 1 Lenguaje

Nos encontramos inmersos en una crisis de palabras, la auténtica batalla en el periodismo es por la hegemonía del significado de cada palabra. Cuando hoy decimos empoderamiento, nos dice, todos tenemos claro que no significa lo mismo que durante el 15 M, o cuando Esperanza Aguirre habla de libertad, su significado toma la connotación que convenga para ganar votos. La palabra viva, indomesticable, remarca Lladó citando Daniel Blanchard, es convertida en una herramienta del engranaje, de los intereses partidistas, del poder. “El sistema trata de producir un tipo de discurso que no nos contradiga, de manera que lo único que produzca sean respuestas automáticas. Todo tiene que estar controlado”. Esto me recuerda que el sistema emula el trato de algunos tenderos; sobre todo no hay que contradecir al cliente, enjabonarlo, ¡que consuma! Cuando hay un accidente, algo inesperado, el sistema se para, nos quedamos sin palabras, desnudos. Es esta fisura la que, nos dice Lladó, hay que provocar constantemente para que nos vuelvan a tocar las palabras. “La consigna de romper el silencio ya no funciona en un mundo donde impera el ruido”, sino que hay que buscar inagotablemente el encuentro entre experiencia y lenguaje, a través de una razón atravesada necesariamente, como diría María Zambrano, de poesía.

# 2 Tiempo

El presente ha secuestrado el ritmo de los medios de comunicación, de las programaciones culturales, de los periódicos. Es bien sabida la urgencia de conseguir el máximo público en el teatro, los máximos lectores en la prensa, oyentes en la radio y espectadores en la televisión. También lo es la carrera entre medios de comunicación para ofrecer la primicia de una noticia, el procesamiento mecánico e inmediato de la información, la reproducción circular con la que se pierden de vista las fuentes y los criterios de publicación… Se generan respuestas automáticas a estímulos precodificados, se vive y se piensa, en definitiva, en la inmediatez. Ante esto Albert Lladó nos pide pararnos, dejar de vivir el tiempo como el cronos griego, imparable, del reloj y darnos el tiempo de la mediación. Encarnar la temporalidad del aion, eternidad que no es ni hoy ni mañana y que permite desacelerar el paso, pensar genuinamente. Como dijo Safranski en esta misma Aula Oberta, “Una vida es rica si participa de diferentes velocidades.” Aquí está, por cierto, el azar objetivo de los surrealistas.

# 3 Alteridad

El ser humano vive en la alteridad, en un constante desdoblamiento. El “conócete a ti mismo” griego es una trampa si se comprende como algo monolítico, porque el yo se multiplica constantemente en diferentes identidades. La espontaneidad del escritor con su obra tiene que ir ligada con la alteridad, pues es gracias a esta que el dramaturgo crea personajes vivos que nos interpelan, o que el periodista es permeable a la realidad y reflexiona verdaderamente. Es en esa alteridad que “la partitura [del arte] consigue tener nervio, sangre o músculo.” El mercado, no obstante, nos quiere previsibles, monolíticos, controlables. El sistema necesita individuos conmensurables para perpetuarse, y es por lo tanto en la alteridad que las humanidades pueden enunciar una cultura crítica.

# 4 Azar

La coincidencia oportuna que la razón no puede explicar es llamada por los surrealistas azar objetivo. Coincidencias, casualidades, nos dice Lladó, que de alguna manera conectan el mundo interior, los deseos, con el mundo exterior, donde se acaban realizando. Siguiendo Julio Cortázar, no se trata de creer en el esoterismo, sino de vivir en un estado de disponibilidad donde se puedan crear conexiones de conocimiento, las elipses de las que habla Walter Benjamin. Métodos de aprendizaje que significan estar abierto a otro tipo de racionalidad, a la razón poética de Zambrano.

# 5 Incertidumbre

El principio de incertidumbre de Heisenberg formula la incompatibilidad de determinar la posición y la velocidad de un átomo con absoluta precisión simultáneamente. El observador es, en física cuántica, parte del acontecimiento inevitablemente. ¿Si la física como ciencia, nos pregunta Lladó, acepta este margen de error debido a una subjetividad inevitable, porque las humanidades aspiran a un conocimiento objetivo y se disfraza de rigor? En el periodismo reclamamos a los periodistas ser objetivos, pero ¿no sería más justo pedir consciencia de la propia mirada, lucidez y honestidad?

# 6 Humor

El humor representa una transgresión, un error en el sistema, un cuestionamiento de las certezas absolutas. En él se rompe aquello previsible, que diría Blanchard. Por esto la máquina no tiene humor, este es profundamente humano y nos conecta con la vida. Albert Lladó no invita, entiendo yo, a atrevernos a bromear con total seriedad, a reír con el cinismo de los antiguos.

# 7 Memoria

La elipse es el lugar geométrico entre dos puntos en la que la suma de las distancias a dos focos cree una constante. La elipse sirve a Benjamin para descubrir una conexión que nunca es identificación, sino vinculo travesado de tensiones de dos motivos distantes que al asociarse abren un campo de preguntas. “Benjamin tiende a ver cada objeto como foco de una elipse oculta que se relaciona con otro objeto como segundo foco.” Este espacio será más rico y más fructífero cuanto más distantes estén la pareja de objetos, cuanto menos obvio sea el encuentro. La metáfora de la elipse sirve para pensar la tarea del artista y la del filósofo, pero también la del historiador. En cada objeto e imagen hay una potencial elipse, un potencial emparejamiento para repensarnos. La memoria no es solo arqueología sino creación, como también lo es el periodismo y el pensamiento crítico.

# 8 Desobediencia

Albert Camus, nos recuerda Lladó, enumeró lo que consideraba los cuatro puntos cardinales del periodismo libre, y con ellos quiere acabar la conferencia.

“La lucidez, la desobediencia, la ironía y la obstinación. Estas palabras han presidido el sito donde trabajo.” Yo, personalmente, también me las apunto.