(Barcelona, 1980) Licenciado en Filosofía (Universidad de Barcelona), posgrado en Periodismo de Proximidad (Universidad Autónoma de Barcelona) y máster en Estudios Comparados de Literatura, Arte y Pensamiento (Universidad Pompeu Fabra). Se ha formado en Dramaturgia en el Obrador Internacional de Dramaturgia / Sala Beckett y en el Seminario Internacional Panorama Sur (Buenos Aires). Fundador del Diari Maresme y de la revista Sísifo, y director de las revistas Secundèria y El Hiperbólico (VIII Premio AJC) durante tres años. Ha escrito, entre otras publicaciones, en Gasolina, Qué Leer, Quimera, Revista Ñ (diario Clarín) y El Ciervo. Ha publicado los libros de relatos Podemos estar contentos (Cultiva Comunicación, 2009) y Cronopios propios (Bubok, 2008), el ensayo  Encuentros fortuitos (Bubok, 2009), la compilación de entrevistas Palabras (Abadia Editors, 2010), el libro de aforismos La realidad es otra (A Fortiori, 2010), y la novela La puerta (A Fortiori, 2013). Hoy en día, coordina la sección de Cultura de la Lavanguardia.com, es editor de Revista de Letras y colaborador del suplemento Cultura/s. Su último libro publicado es La Fábrica (La Garúa, 2014), y ha sido seleccionado por el Teatro Nacional de Cataluña para estrenar su primera obra de teatro, La mancha (Arola, 2015). Es director de la Escuela de Periodismo Cultural y docente del posgrado internacional Escrituras, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

¿Cómo describirías tu ámbito de trabajo y como te definirías?


Trabajo sobre todo en el campo de la escritura, tanto desde el periodismo (también ensayo) cómo desde la ficción (teatro, novela, relato, etc.). También, paralelamente, me dedico a la formación y en la programación cultural.
Es curioso porque nunca me he sentido del todo representado cuando me presentan como “periodista” (a pesar de que trabajo desde hace más de 10 años), “escritor” (a pesar de que tengo 8 libros publicados) o “filósofo” (a pesar de que la formación es esta). Son categorías que hablan del que hago, pero no del que soy. Es una problemática (la de denominar alguien por su oficio o profesión) a trabajar, sin duda. No miramos el otro como una simple metonimia?
Qué necesidad lo inspira y qué cruces que son las consecuencias del que haces?
La cultura entendida como un lugar desde el cual hacer aparecer todas las máscaras, las del otro pero sobre todo las propias, y como lugar donde poner en conflicto las contradicciones (sobre todo las de un mismo).
Me hago preguntas y las comparto. Este es el núcleo de mi trabajo. Si encuentro resonancias, u otros interrogantes con los cuales trabajar, ya es un gran punto de partida.


¿Te sirve el marco disciplinar e institucional actual?


No siempre. Cuando no ha sido así, he creado espacios nuevos (Revista de Letras, por ejemplo). Pero a veces olvidamos que “desde dentro” se puede hacer mucho trabajo. La tensión entre revolución (cambiar quién manda), rebelión (decir no) y resistencia (no convertirte ni en autómata ni en soldado) me ha interesado en todos los procesos creativos en los cuales he participado. Utilizamos demasiado a menudo estas palabras como sinónimos, y no lo son.
Donde encuentras tus principales interlocutores?
En aquellas personas interesadas en aquello que denominamos pensamiento crítico y humanismo. Quizás son dos palabras viejas, y que tendríamos que rescatar (a veces las hemos vaciado de su capacidad de connotar).


¿Puedes vivir del que haces?


He encontrado un cierto (y precario) equilibrio. Cobro por los encargos periodísticos y de formación, sobre todo, y con esto sobrevivo. No puedo vivir de la escritura de ficción y esto, paradójicamente, me da una gran libertad por de-sacralitzar y jugar con varios géneros.


¿Qué cambiarías, si pudieras, porque tu trabajo tuviera más sentido?


Me interesa sortear, sobre todo, dos inercias que considero peligrosamente conservadoras: debatir sólo con la gente de tu circuito (escritores hablando sólo con escritores, periodistas hablando sólo con periodistas, dramaturgos hablando sólo con dramaturgos…) y las rendijas generacionales (que las generaciones no se encuentren ni se entiendan). Son dos muros más grandes del que parece.

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